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Como Se Presenta El Espíritu Santo En Pentecostés?

Como Se Presenta El Espíritu Santo En Pentecostés
Un nuevo Pentecostés: Carismas – Universidad Católica de la Santísima Concepción En Pentecostés el Espíritu Santo se manifiesta a los apóstoles. Es el Espíritu que Jesús había prometido que enviaría del seno del Padre: ‘Y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre’ (Jn 14,16).

La promesa de Jesús ‘yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo’ (Mt 28,20) se cumple en su Espíritu. El Espíritu que se manifiesta en Pentecostés con dones extraordinarios es el mismo Espíritu que se ha revelado en toda la historia de la salvación: desde la creación hasta nuestros días.

El Espíritu se manifiesta en el Antiguo Testamento, pero es en Cristo cuando él se muestra en plenitud. El libro de los Hechos de los Apóstoles manifiesta el asombro de los que presenciaron el acontecimiento de Pentecostés: ‘La gente se congregó y se llenó de estupor al oírles hablar cada uno en su propia lengua.

  1. Estupefactos y admirados’,
  2. De esta forma, el Espíritu se manifiesta como el cumplimiento de la profecía: ‘Derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños.
  3. Y yo sobre mis siervos y sobre mis siervas derramaré mi Espíritu’ (Jl 3,1-5).

Desde sus inicios, la Iglesia contempla en ella el cumplimiento de esta promesa. El Espíritu Santo es el don de Dios para la Iglesia (Hch 2,38). Así, el Espíritu está al servicio de la institución surgida de Cristo, es Él quien la anima, de la misma manera que el alma anima el cuerpo o el agua al manantial (Y.

  1. Congar). El don del Espíritu es la entrega amorosa del Padre y del Hijo.
  2. Es hablar de la gracia, el amor, la comunión, donación y entrega que Pablo desea para a los Corintios (2 Co 13, 13) y que Dios entrega como don gratuito para nuestra salvación.
  3. El don del Espíritu Santo tiene, como todo regalo, a alguien que dona y un destinatario de esta donación.

El primero es la Trinidad, el segundo, es todo hombre. ¿Y qué es lo que se dona? La gracia, que es la presencia personal de la tercera persona de la Trinidad, que es el mismo Espíritu del Padre y del Hijo, es decir, el Espíritu Santo. Desde los comienzos de la vida de la Iglesia, junto con el don, aparecen los dones y los carismas.

  • Los dones son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo (CEC 1830).
  • Carisma, según la RAE, significa en sí un ‘ don gratuito que Dios concede a algunas personas en beneficio de la comunidad’,
  • Mientras que el don es una ayuda para la santificación personal, los carismas son gracias que uno recibe con vistas a la edificación de la Iglesia, para el bien de la comunidad y la construcción del Cuerpo Místico.

No están ligados al mérito personal: el Espíritu Santo los distribuye a quien quiere (1 Co 12, 11), para el provecho de la comunidad y no dependen necesariamente de las cualidades del sujeto. En algunos casos suelen ser pasajeros, pero algunos constituyen una cualidad más o menos estable del sujeto (apóstol, profeta, doctor, evangelista, exhortador, palabra de sabiduría, palabra de ciencia, discernimiento de espíritus, sanación, milagros, lenguas).

  1. Muchos hombres los consideran como cosas extraordinarias.
  2. Incluso en los últimos siglos la infinidad de estructuras en la Iglesia impedían que se manifestaran en todo su esplendor.
  3. Al convocar el Concilio Vaticano II, Juan XXIII pedía oraciones para lo que él llamó ‘un nuevo Pentecostés’ en la Iglesia.

Ha sido Vaticano II, el que abrió ese espacio para que se manifestara con fuerza el Espíritu a través de sus carismas. Los documentos del Concilio hablan de ‘los carismas’ los cuales pertenecen a la naturaleza de la vida ordinaria de la Iglesia, no son cosas extraordinarias, ellos nunca han estado ausentes desde el día de Pentecostés en la Iglesia, ellos pertenecen a la Iglesia.

Los carismas de la vida religiosa, de la Hospitalidad, los relacionados al gobierno de la comunidad, para evangelizar, para anunciar la buena nueva de Jesús muerto y Resucitado, etc. Desde esta perspectiva, Pablo VI habla de ‘un perenne Pentecostés’, es decir, de todos los días. En la eclesiología católica, tenemos una visión de Pentecostés que puede y sucede cada día.

La proximidad de la fiesta Pentecostés es el contexto ideal para recordar y repetir constantemente que Pentecostés no es una gracia reservada a algunos, sino que ella es para toda la Iglesia. : Un nuevo Pentecostés: Carismas – Universidad Católica de la Santísima Concepción

¿Cómo se manifiesta el Espíritu Santo en Hechos?

Aparecieron unas lenguas de fuego que descendieron sobre cada uno de los discípulos y todos fueron llenos del Espíritu Santo. Comenzaron a hablar en otros idiomas, como el Espíritu les daba que hablasen. Había una razón muy grande por la cual el Espíritu Santo actuó con ellos de esa manera.

¿Que se revela en Pentecostés?

PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE SEGUNDA SECCIÓN: LA PROFESIÓN DE LA FE CRISTIANA CAPÍTULO TERCERO CREO EN EL ESPÍRITU SANTO ARTÍCULO 8 ‘CREO EN EL ESPÍRITU SANTO ‘ 687 ‘Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios’ ( 1 Co 2, 11). Pues bien, su Espíritu que lo revela nos hace conocer a Cristo, su Verbo, su Palabra viva, pero no se revela a sí mismo.

  1. El que ‘habló por los profetas’ ( Símbolo Niceno-Constantinopolitano : DS 150) nos hace oír la Palabra del Padre.
  2. Pero a él no le oímos.
  3. No le conocemos sino en la obra mediante la cual nos revela al Verbo y nos dispone a recibir al Verbo en la fe.
  4. El Espíritu de verdad que nos ‘desvela’ a Cristo ‘no habla de sí mismo’ ( Jn 16, 13).

Un ocultamiento tan discreto, propiamente divino, explica por qué ‘el mundo no puede recibirle, porque no le ve ni le conoce’, mientras que los que creen en Cristo le conocen porque él mora en ellos ( Jn 14, 17).688 La Iglesia, comunión viviente en la fe de los Apóstoles que ella transmite, es el lugar de nuestro conocimiento del Espíritu Santo: – en las Escrituras que Él ha inspirado; – en la Tradición, de la cual los Padres de la Iglesia son testigos siempre actuales; – en el Magisterio de la Iglesia, al que Él asiste; – en la liturgia sacramental, a través de sus palabras y sus símbolos, en donde el Espíritu Santo nos pone en comunión con Cristo; – en la oración en la cual Él intercede por nosotros; – en los carismas y ministerios mediante los que se edifica la Iglesia; – en los signos de vida apostólica y misionera; – en el testimonio de los santos, donde Él manifiesta su santidad y continúa la obra de la salvación.I.

La misión conjunta del Hijo y del Espíritu Santo 689 Aquel al que el Padre ha enviado a nuestros corazones, el Espíritu de su Hijo (cf. Ga 4, 6) es realmente Dios. Consubstancial con el Padre y el Hijo, es inseparable de ellos, tanto en la vida íntima de la Trinidad como en su don de amor para el mundo.

Pero al adorar a la Santísima Trinidad vivificante, consubstancial e indivisible, la fe de la Iglesia profesa también la distinción de las Personas. Cuando el Padre envía su Verbo, envía también su Aliento: misión conjunta en la que el Hijo y el Espíritu Santo son distintos pero inseparables.

Sin ninguna duda, Cristo es quien se manifiesta, Imagen visible de Dios invisible, pero es el Espíritu Santo quien lo revela.690 Jesús es Cristo, ‘ungido’, porque el Espíritu es su Unción y todo lo que sucede a partir de la Encarnación mana de esta plenitud (cf. Jn 3, 34). Cuando por fin Cristo es glorificado ( Jn 7, 39), puede a su vez, de junto al Padre, enviar el Espíritu a los que creen en él: Él les comunica su Gloria (cf.

Jn 17, 22), es decir, el Espíritu Santo que lo glorifica (cf. Jn 16, 14). La misión conjunta se desplegará desde entonces en los hijos adoptados por el Padre en el Cuerpo de su Hijo: la misión del Espíritu de adopción será unirlos a Cristo y hacerles vivir en Él: «La noción de la unción sugiere que no hay ninguna distancia entre el Hijo y el Espíritu.

En efecto, de la misma manera que entre la superficie del cuerpo y la unción del aceite ni la razón ni los sentidos conocen ningún intermediario, así es inmediato el contacto del Hijo con el Espíritu, de tal modo que quien va a tener contacto con el Hijo por la fe tiene que tener antes contacto necesariamente con el óleo.

En efecto, no hay parte alguna que esté desnuda del Espíritu Santo. Por eso es por lo que la confesión del Señorío del Hijo se hace en el Espíritu Santo por aquellos que la aceptan, viniendo el Espíritu desde todas partes delante de los que se acercan por la fe» (San Gregorio de Nisa, Adversus Macedonianos de Spirirtu Sancto, 16).

  1. II. Nombre, apelativos y símbolos del Espíritu Santo El nombre propio del Espíritu Santo 691 ‘Espíritu Santo’, tal es el nombre propio de Aquel que adoramos y glorificamos con el Padre y el Hijo.
  2. La Iglesia ha recibido este nombre del Señor y lo profesa en el Bautismo de sus nuevos hijos (cf.
  3. Mt 28, 19).

El término ‘Espíritu’ traduce el término hebreo Ruah, que en su primera acepción significa soplo, aire, viento. Jesús utiliza precisamente la imagen sensible del viento para sugerir a Nicodemo la novedad transcendente del que es personalmente el Soplo de Dios, el Espíritu divino ( Jn 3, 5-8).

  1. Por otra parte, Espíritu y Santo son atributos divinos comunes a las Tres Personas divinas.
  2. Pero, uniendo ambos términos, la Escritura, la liturgia y el lenguaje teológico designan la persona inefable del Espíritu Santo, sin equívoco posible con los demás empleos de los términos ‘espíritu’ y ‘santo’.

Los apelativos del Espíritu Santo 692 Jesús, cuando anuncia y promete la Venida del Espíritu Santo, le llama el ‘Paráclito’, literalmente ‘aquel que es llamado junto a uno’, advocatus ( Jn 14, 16.26; 15, 26; 16, 7). ‘Paráclito’ se traduce habitualmente por ‘Consolador’, siendo Jesús el primer consolador (cf.1 Jn 2, 1).

El mismo Señor llama al Espíritu Santo ‘Espíritu de Verdad’ ( Jn 16, 13).693 Además de su nombre propio, que es el más empleado en el libro de los Hechos y en las cartas de los Apóstoles, en San Pablo se encuentran los siguientes apelativos: el Espíritu de la promesa ( Ga 3, 14; Ef 1, 13), el Espíritu de adopción ( Rm 8, 15; Ga 4, 6), el Espíritu de Cristo ( Rm 8, 11), el Espíritu del Señor ( 2 Co 3, 17), el Espíritu de Dios ( Rm 8, 9.14; 15, 19; 1 Co 6, 11; 7, 40), y en San Pedro, el Espíritu de gloria ( 1 P 4, 14).

Los símbolos del Espíritu Santo 694 El agua, El simbolismo del agua es significativo de la acción del Espíritu Santo en el Bautismo, ya que, después de la invocación del Espíritu Santo, ésta se convierte en el signo sacramental eficaz del nuevo nacimiento: del mismo modo que la gestación de nuestro primer nacimiento se hace en el agua, así el agua bautismal significa realmente que nuestro nacimiento a la vida divina se nos da en el Espíritu Santo.

  • Pero ‘bautizados en un solo Espíritu’, también ‘hemos bebido de un solo Espíritu'( 1 Co 12, 13): el Espíritu es, pues, también personalmente el Agua viva que brota de Cristo crucificado (cf.
  • Jn 19, 34; 1 Jn 5, 8) como de su manantial y que en nosotros brota en vida eterna (cf.
  • Jn 4, 10-14; 7, 38; Ex 17, 1-6; Is 55, 1; Za 14, 8; 1 Co 10, 4; Ap 21, 6; 22, 17).695 La unción,

El simbolismo de la unción con el óleo es también significativo del Espíritu Santo, hasta el punto de que se ha convertido en sinónimo suyo (cf.1 Jn 2, 20.27; 2 Co 1, 21). En la iniciación cristiana es el signo sacramental de la Confirmación, llamada justamente en las Iglesias de Oriente ‘Crismación’.

  • Pero para captar toda la fuerza que tiene, es necesario volver a la Unción primera realizada por el Espíritu Santo: la de Jesús.
  • Cristo significa ‘Ungido’ del Espíritu de Dios.
  • En la Antigua Alianza hubo ‘ungidos’ del Señor (cf.
  • Ex 30, 22-32), de forma eminente el rey David (cf.1 S 16, 13).
  • Pero Jesús es el Ungido de Dios de una manera única: la humanidad que el Hijo asume está totalmente ‘ungida por el Espíritu Santo’.

Jesús es constituido ‘Cristo’ por el Espíritu Santo (cf. Lc 4, 18-19; Is 61, 1). La Virgen María concibe a Cristo del Espíritu Santo, quien por medio del ángel lo anuncia como Cristo en su nacimiento (cf. Lc 2,11) e impulsa a Simeón a ir al Templo a ver al Cristo del Señor (cf.

Lc 2, 26-27); es de quien Cristo está lleno (cf. Lc 4, 1) y cuyo poder emana de Cristo en sus curaciones y en sus acciones salvíficas (cf. Lc 6, 19; 8, 46). Es él en fin quien resucita a Jesús de entre los muertos (cf. Rm 1, 4; 8, 11). Por tanto, constituido plenamente ‘Cristo’ en su humanidad victoriosa de la muerte (cf.

Hch 2, 36), Jesús distribuye profusamente el Espíritu Santo hasta que ‘los santos’ constituyan, en su unión con la humanidad del Hijo de Dios, ‘ese Hombre perfecto que realiza la plenitud de Cristo’ ( Ef 4, 13): ‘el Cristo total’ según la expresión de San Agustín ( Sermo 341, 1, 1: PL 39, 1493; Ibíd., 9, 11: PL 39, 1499) 696 El fuego,

Mientras que el agua significaba el nacimiento y la fecundidad de la vida dada en el Espíritu Santo, el fuego simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu Santo. El profeta Elías que ‘surgió como el fuego y cuya palabra abrasaba como antorcha’ ( Si 48, 1), con su oración, atrajo el fuego del cielo sobre el sacrificio del monte Carmelo (cf.1 R 18, 38-39), figura del fuego del Espíritu Santo que transforma lo que toca.

Juan Bautista, ‘que precede al Señor con el espíritu y el poder de Elías’ ( Lc 1, 17), anuncia a Cristo como el que ‘bautizará en el Espíritu Santo y el fuego’ ( Lc 3, 16), Espíritu del cual Jesús dirá: ‘He venido a traer fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviese encendido!’ ( Lc 12, 49).

En forma de lenguas ‘como de fuego’ se posó el Espíritu Santo sobre los discípulos la mañana de Pentecostés y los llenó de él ( Hch 2, 3-4). La tradición espiritual conservará este simbolismo del fuego como uno de los más expresivos de la acción del Espíritu Santo (cf. San Juan de la Cruz, Llama de amor viva ).

‘No extingáis el Espíritu'( 1 Ts 5, 19).697 La nube y la luz, Estos dos símbolos son inseparables en las manifestaciones del Espíritu Santo. Desde las teofanías del Antiguo Testamento, la Nube, unas veces oscura, otras luminosa, revela al Dios vivo y salvador, tendiendo así un velo sobre la transcendencia de su Gloria: con Moisés en la montaña del Sinaí (cf.

  • Ex 24, 15-18), en la Tienda de Reunión (cf.
  • Ex 33, 9-10) y durante la marcha por el desierto (cf.
  • Ex 40, 36-38; 1 Co 10, 1-2); con Salomón en la dedicación del Templo (cf.1 R 8, 10-12).
  • Pues bien, estas figuras son cumplidas por Cristo en el Espíritu Santo.
  • Él es quien desciende sobre la Virgen María y la cubre ‘con su sombra’ para que ella conciba y dé a luz a Jesús ( Lc 1, 35).
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En la montaña de la Transfiguración es Él quien ‘vino en una nube y cubrió con su sombra’ a Jesús, a Moisés y a Elías, a Pedro, Santiago y Juan, y «se oyó una voz desde la nube que decía: ‘Este es mi Hijo, mi Elegido, escuchadle’» ( Lc 9, 34-35). Es, finalmente, la misma nube la que ‘ocultó a Jesús a los ojos’ de los discípulos el día de la Ascensión ( Hch 1, 9), y la que lo revelará como Hijo del hombre en su Gloria el Día de su Advenimiento (cf.

  1. Lc 21, 27).698 El sello es un símbolo cercano al de la unción.
  2. En efecto, es Cristo a quien ‘Dios ha marcado con su sello’ ( Jn 6, 27) y el Padre nos marca también en él con su sello ( 2 Co 1, 22; Ef 1, 13; 4, 30).
  3. Como la imagen del sello indica el carácter indeleble de la Unción del Espíritu Santo en los sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y del Orden, esta imagen se ha utilizado en ciertas tradiciones teológicas para expresar el ‘carácter’ imborrable impreso por estos tres sacramentos, los cuales no pueden ser reiterados.699 La mano,

Imponiendo las manos Jesús cura a los enfermos (cf. Mc 6, 5; 8, 23) y bendice a los niños (cf. Mc 10, 16). En su Nombre, los Apóstoles harán lo mismo (cf. Mc 16, 18; Hch 5, 12; 14, 3). Más aún, mediante la imposición de manos de los Apóstoles el Espíritu Santo nos es dado (cf.

Hch 8, 17-19; 13, 3; 19, 6). En la carta a los Hebreos, la imposición de las manos figura en el número de los ‘artículos fundamentales’ de su enseñanza (cf. Hb 6, 2). Este signo de la efusión todopoderosa del Espíritu Santo, la Iglesia lo ha conservado en sus epíclesis sacramentales.700 El dedo, ‘Por el dedo de Dios expulso yo los demonios’ ( Lc 11, 20).

Si la Ley de Dios ha sido escrita en tablas de piedra ‘por el dedo de Dios’ ( Ex 31, 18), la ‘carta de Cristo’ entregada a los Apóstoles ‘está escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en las tablas de carne del corazón’ ( 2 Co 3, 3).

  1. El himno Veni Creator invoca al Espíritu Santo como dextrae Dei Tu digitus (‘dedo de la diestra del Padre’).701 La paloma,
  2. Al final del diluvio (cuyo simbolismo se refiere al Bautismo), la paloma soltada por Noé vuelve con una rama tierna de olivo en el pico, signo de que la tierra es habitable de nuevo (cf.

Gn 8, 8-12). Cuando Cristo sale del agua de su bautismo, el Espíritu Santo, en forma de paloma, baja y se posa sobre él (cf. Mt 3, 16 paralelos). El Espíritu desciende y reposa en el corazón purificado de los bautizados. En algunos templos, la Santa Reserva eucarística se conserva en un receptáculo metálico en forma de paloma (el columbarium ), suspendido por encima del altar.

El símbolo de la paloma para sugerir al Espíritu Santo es tradicional en la iconografía cristiana. III. El Espíritu y la Palabra de Dios en el tiempo de las promesas 702 Desde el comienzo y hasta ‘la plenitud de los tiempos’ ( Ga 4, 4), la Misión conjunta del Verbo y del Espíritu del Padre permanece oculta pero activa.

El Espíritu de Dios preparaba entonces el tiempo del Mesías, y ambos, sin estar todavía plenamente revelados, ya han sido prometidos a fin de ser esperados y aceptados cuando se manifiesten. Por eso, cuando la Iglesia lee el Antiguo Testamento (cf.2 Co 3, 14), investiga en él (cf.

  1. Jn 5, 39-46) lo que el Espíritu, ‘que habló por los profetas’ ( Símbolo Niceno-Constantinopolitano: DS 150), quiere decirnos acerca de Cristo.
  2. Por ‘profetas’, la fe de la Iglesia entiende aquí a todos los que fueron inspirados por el Espíritu Santo en el vivo anuncio y en la redacción de los Libros Santos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.

La tradición judía distingue la Ley, los Profetas y los Escritos (cf. Lc 24, 44). En la Creación 703 La Palabra de Dios y su Soplo están en el origen del ser y de la vida de toda creatura (cf. Sal 33, 6; 104, 30; Gn 1, 2; 2, 7; Qo 3, 20-21; Ez 37, 10): «Es justo que el Espíritu Santo reine, santifique y anime la creación porque es Dios consubstancial al Padre y al Hijo A Él se le da el poder sobre la vida, porque siendo Dios guarda la creación en el Padre por el Hijo» ( Oficio Bizantino de las Horas.

  1. Maitines del Domingo según el modo segundo.
  2. Antífonas 1 y 2 ).704 ‘En cuanto al hombre, Dios lo formó con sus propias manos Y Él dibujó trazó sobre la carne moldeada su propia forma, de modo que incluso lo que fuese visible llevase la forma divina» (San Ireneo de Lyon, Demonstratio praedicationis apostolicae, 11: SC 62, 48-49).

El Espíritu de la promesa 705 Desfigurado por el pecado y por la muerte, el hombre continua siendo ‘a imagen de Dios’, a imagen del Hijo, pero ‘privado de la Gloria de Dios’ ( Rm 3, 23), privado de la ‘semejanza’. La Promesa hecha a Abraham inaugura la Economía de la Salvación, al final de la cual el Hijo mismo asumirá ‘la imagen’ (cf.

Jn 1, 14; Flp 2, 7) y la restaurará en ‘la semejanza’ con el Padre volviéndole a dar la Gloria, el Espíritu ‘que da la Vida’.706 Contra toda esperanza humana, Dios promete a Abraham una descendencia, como fruto de la fe y del poder del Espíritu Santo (cf. Gn 18, 1-15; Lc 1, 26-38.54-55; Jn 1, 12-13; Rm 4, 16-21).

En ella serán bendecidas todas las naciones de la tierra (cf. Gn 12, 3). Esta descendencia será Cristo (cf. Ga 3, 16) en quien la efusión del Espíritu Santo formará ‘la unidad de los hijos de Dios dispersos’ (cf. Jn 11, 52). Comprometiéndose con juramento (cf.

  • Lc 1, 73), Dios se obliga ya al don de su Hijo Amado (cf.
  • Gn 22, 17-19; Rm 8, 32;Jn 3, 16) y al don del ‘Espíritu Santo de la Promesa, que es prenda,
  • Para redención del Pueblo de su posesión’ ( Ef 1, 13-14; cf.
  • Ga 3, 14).
  • En las Teofanías y en la Ley 707 Las Teofanías iluminan el camino de la Promesa, desde los Patriarcas a Moisés y desde Josué hasta las visiones que inauguran la misión de los grandes profetas.

La tradición cristiana siempre ha reconocido que, en estas Teofanías, el Verbo de Dios se dejaba ver y oír, a la vez revelado y ‘cubierto’ por la nube del Espíritu Santo.708 Esta pedagogía de Dios aparece especialmente en el don de la Ley (cf. Ex 19-20; Dt 1-11; 29-30), que fue dada como un ‘pedagogo’ para conducir al Pueblo hacia Cristo ( Ga 3, 24).

Pero su impotencia para salvar al hombre privado de la ‘semejanza’ divina y el conocimiento creciente que ella da del pecado (cf. Rm 3, 20) suscitan el deseo del Espíritu Santo. Los gemidos de los Salmos lo atestiguan. En el Reino y en el Exilio 709 La Ley, signo de la Promesa y de la Alianza, habría debido regir el corazón y las instituciones del pueblo salido de la fe de Abraham.

‘Si de veras escucháis mi voz y guardáis mi alianza, seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa’ ( Ex 19,5-6; cf.1 P 2, 9). Pero, después de David, Israel sucumbe a la tentación de convertirse en un reino como las demás naciones. Pues bien, el Reino objeto de la promesa hecha a David (cf.2 S 7; Sal 89; Lc 1, 32-33) será obra del Espíritu Santo; pertenecerá a los pobres según el Espíritu.710 El olvido de la Ley y la infidelidad a la Alianza llevan a la muerte: el Exilio, aparente fracaso de las Promesas, es en realidad fidelidad misteriosa del Dios Salvador y comienzo de una restauración prometida, pero según el Espíritu.

  1. Era necesario que el Pueblo de Dios sufriese esta purificación (cf.
  2. Lc 24, 26); el Exilio lleva ya la sombra de la Cruz en el Designio de Dios, y el Resto de pobres que vuelven del Exilio es una de la figuras más transparentes de la Iglesia.
  3. La espera del Mesías y de su Espíritu 711 ‘He aquí que yo lo renuevo'( Is 43, 19): dos líneas proféticas se van a perfilar, una se refiere a la espera del Mesías, la otra al anuncio de un Espíritu nuevo, y las dos convergen en el pequeño Resto, el pueblo de los Pobres (cf.

So 2, 3), que aguardan en la esperanza la ‘consolación de Israel’ y ‘la redención de Jerusalén’ (cf. Lc 2, 25.38). Ya se ha dicho cómo Jesús cumple las profecías que a Él se refieren. A continuación se describen aquéllas en que aparece sobre todo la relación del Mesías y de su Espíritu.712 Los rasgos del rostro del Mesías esperado comienzan a aparecer en el Libro del Emmanuel (cf.

  • Is 6, 12) (cuando ‘Isaías vio la gloria’ de Cristo Jn 12, 41), especialmente en Is 11, 1-2: «Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará.
  • Reposará sobre él el Espíritu del Señor: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y temor del Señor».713 Los rasgos del Mesías se revelan sobre todo en los Cantos del Siervo (cf.

Is 42, 1-9; cf. Mt 12, 18-21; Jn 1, 32-34; y también Is 49, 1-6; cf. Mt 3, 17; Lc 2, 32, y por último Is 50, 4-10 y 52, 13-53, 12). Estos cantos anuncian el sentido de la Pasión de Jesús, e indican así cómo enviará el Espíritu Santo para vivificar a la multitud: no desde fuera, sino desposándose con nuestra ‘condición de esclavos’ ( Flp 2, 7).

  1. Tomando sobre sí nuestra muerte, puede comunicarnos su propio Espíritu de vida.714 Por eso Cristo inaugura el anuncio de la Buena Nueva haciendo suyo este pasaje de Isaías ( Lc 4, 18-19; cf.
  2. Is 61, 1-2): «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido.
  3. Me ha enviado a anunciar a los pobres la Buena Nueva, a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor».715 Los textos proféticos que se refieren directamente al envío del Espíritu Santo son oráculos en los que Dios habla al corazón de su Pueblo en el lenguaje de la Promesa, con los acentos del ‘amor y de la fidelidad’ (cf.

Ez 11, 19; 36, 25-28; 37, 1-14; Jr 31, 31-34; y Jl 3, 1-5, cuyo cumplimiento proclamará San Pedro la mañana de Pentecostés (cf. Hch 2, 17-21). Según estas promesas, en los ‘últimos tiempos’, el Espíritu del Señor renovará el corazón de los hombres grabando en ellos una Ley nueva; reunirá y reconciliará a los pueblos dispersos y divididos; transformará la primera creación y Dios habitará en ella con los hombres en la paz.716 El Pueblo de los ‘pobres’ (cf.

So 2, 3; Sal 22, 27; 34, 3; Is 49, 13; 61, 1; etc.), los humildes y los mansos, totalmente entregados a los designios misteriosos de Dios, los que esperan la justicia, no de los hombres sino del Mesías, todo esto es, finalmente, la gran obra de la Misión escondida del Espíritu Santo durante el tiempo de las Promesas para preparar la venida de Cristo.

Esta es la calidad de corazón del Pueblo, purificado e iluminado por el Espíritu, que se expresa en los Salmos. En estos pobres, el Espíritu prepara para el Señor ‘un pueblo bien dispuesto’ (cf. Lc 1, 17). IV El Espíritu de Cristo en la plenitud de los tiempos Juan, Precursor, Profeta y Bautista 717 ‘Hubo un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan.

( Jn 1, 6). Juan fue ‘lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre’ ( Lc 1, 15.41) por obra del mismo Cristo que la Virgen María acababa de concebir del Espíritu Santo. La ‘Visitación’ de María a Isabel se convirtió así en ‘visita de Dios a su pueblo’ ( Lc 1, 68).718 Juan es ‘Elías que debe venir’ ( Mt 17, 10-13): El fuego del Espíritu lo habita y le hace correr delante del Señor que viene.

En Juan el Precursor, el Espíritu Santo culmina la obra de ‘preparar al Señor un pueblo bien dispuesto’ ( Lc 1, 17).719 Juan es ‘más que un profeta’ ( Lc 7, 26). En él, el Espíritu Santo consuma el ‘hablar por los profetas’. Juan termina el ciclo de los profetas inaugurado por Elías (cf.

Mt 11, 13-14). Anuncia la inminencia de la consolación de Israel, es la ‘voz’ del Consolador que llega ( Jn 1, 23; cf. Is 40, 1-3). Como lo hará el Espíritu de Verdad, ‘vino como testigo para dar testimonio de la luz’ ( Jn 1, 7; cf. Jn 15, 26; 5, 33). Con respecto a Juan, el Espíritu colma así las ‘indagaciones de los profetas’ y la ansiedad de los ángeles ( 1 P 1, 10-12): ‘Aquél sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo.

Y yo lo he visto y doy testimonio de que éste es el Hijo de Dios He ahí el Cordero de Dios’ ( Jn 1, 33-36).720 En fin, con Juan Bautista, el Espíritu Santo, inaugura, prefigurándolo, lo que realizará con y en Cristo: volver a dar al hombre la ‘semejanza’ divina.

El bautismo de Juan era para el arrepentimiento, el del agua y del Espíritu será un nuevo nacimiento (cf. Jn 3, 5). ‘Alégrate, llena de gracia’ 721 María, la Santísima Madre de Dios, la siempre Virgen, es la obra maestra de la Misión del Hijo y del Espíritu Santo en la Plenitud de los tiempos. Por primera vez en el designio de Salvación y porque su Espíritu la ha preparado, el Padre encuentra la Morada en donde su Hijo y su Espíritu pueden habitar entre los hombres.

Por ello, los más bellos textos sobre la Sabiduría, la Tradición de la Iglesia los ha entendido frecuentemente con relación a María (cf. Pr 8, 1-9, 6; Si 24): María es cantada y representada en la Liturgia como el ‘Trono de la Sabiduría’. En ella comienzan a manifestarse las ‘maravillas de Dios’, que el Espíritu va a realizar en Cristo y en la Iglesia: 722 El Espíritu Santo preparó a María con su gracia,

  1. Convenía que fuese ‘llena de gracia’ la Madre de Aquel en quien ‘reside toda la plenitud de la divinidad corporalmente’ ( Col 2, 9).
  2. Ella fue concebida sin pecado, por pura gracia, como la más humilde de todas las criaturas, la más capaz de acoger el don inefable del Omnipotente.
  3. Con justa razón, el ángel Gabriel la saluda como la ‘Hija de Sión’: ‘Alégrate’ (cf.

So 3, 14; Za 2, 14). Cuando ella lleva en sí al Hijo eterno, hace subir hasta el cielo con su cántico al Padre, en el Espíritu Santo, la acción de gracias de todo el pueblo de Dios y, por tanto, de la Iglesia (cf. Lc 1, 46-55).723 En María el Espíritu Santo realiza el designio benevolente del Padre.

  1. La Virgen concibe y da a luz al Hijo de Dios por obra del Espíritu Santo.
  2. Su virginidad se convierte en fecundidad única por medio del poder del Espíritu y de la fe (cf.
  3. Lc 1, 26-38; Rm 4, 18-21; Ga 4, 26-28).724 En María, el Espíritu Santo manifiesta al Hijo del Padre hecho Hijo de la Virgen.
  4. Ella es la zarza ardiente de la teofanía definitiva: llena del Espíritu Santo, presenta al Verbo en la humildad de su carne dándolo a conocer a los pobres (cf.
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Lc 2, 15-19) y a las primicias de las naciones (cf. Mt 2, 11).725 En fin, por medio de María, el Espíritu Santo comienza a poner en comunión con Cristo a los hombres ‘objeto del amor benevolente de Dios’ (cf. Lc 2, 14), y los humildes son siempre los primeros en recibirle: los pastores, los magos, Simeón y Ana, los esposos de Caná y los primeros discípulos.726 Al término de esta misión del Espíritu, María se convierte en la ‘Mujer’, nueva Eva ‘madre de los vivientes’, Madre del ‘Cristo total’ (cf.

Jn 19, 25-27). Así es como ella está presente con los Doce, que ‘perseveraban en la oración, con un mismo espíritu’ ( Hch 1, 14), en el amanecer de los ‘últimos tiempos’ que el Espíritu va a inaugurar en la mañana de Pentecostés con la manifestación de la Iglesia. Cristo Jesús 727 Toda la Misión del Hijo y del Espíritu Santo en la plenitud de los tiempos se resume en que el Hijo es el Ungido del Padre desde su Encarnación: Jesús es Cristo, el Mesías.

Todo el segundo capítulo del Símbolo de la fe hay que leerlo a la luz de esto. Toda la obra de Cristo es misión conjunta del Hijo y del Espíritu Santo. Aquí se mencionará solamente lo que se refiere a la promesa del Espíritu Santo hecha por Jesús y su don realizado por el Señor glorificado.728 Jesús no revela plenamente el Espíritu Santo hasta que él mismo no ha sido glorificado por su Muerte y su Resurrección.

Sin embargo, lo sugiere poco a poco, incluso en su enseñanza a la muchedumbre, cuando revela que su Carne será alimento para la vida del mundo (cf. Jn 6, 27.51.62-63). Lo sugiere también a Nicodemo (cf. Jn 3, 5-8), a la Samaritana (cf. Jn 4, 10.14.23-24) y a los que participan en la fiesta de los Tabernáculos (cf.

Jn 7, 37-39). A sus discípulos les habla de él abiertamente a propósito de la oración (cf. Lc 11, 13) y del testimonio que tendrán que dar (cf. Mt 10, 19-20).729 Solamente cuando ha llegado la hora en que va a ser glorificado Jesús promete la venida del Espíritu Santo, ya que su Muerte y su Resurrección serán el cumplimiento de la Promesa hecha a los Padres (cf.

  • Jn 14, 16-17.26; 15, 26; 16, 7-15; 17, 26): El Espíritu de Verdad, el otro Paráclito, será dado por el Padre en virtud de la oración de Jesús; será enviado por el Padre en nombre de Jesús; Jesús lo enviará de junto al Padre porque él ha salido del Padre.
  • El Espíritu Santo vendrá, nosotros lo conoceremos, estará con nosotros para siempre, permanecerá con nosotros; nos lo enseñará todo y nos recordará todo lo que Cristo nos ha dicho y dará testimonio de Él; nos conducirá a la verdad completa y glorificará a Cristo.

En cuanto al mundo, lo acusará en materia de pecado, de justicia y de juicio.730 Por fin llega la hora de Jesús (cf. Jn 13, 1; 17, 1): Jesús entrega su espíritu en las manos del Padre (cf. Lc 23, 46; Jn 19, 30) en el momento en que por su Muerte es vencedor de la muerte, de modo que, ‘resucitado de los muertos por la gloria del Padre’ ( Rm 6, 4), enseguida da a sus discípulos el Espíritu Santo exhalando sobre ellos su aliento (cf.

Jn 20, 22). A partir de esta hora, la misión de Cristo y del Espíritu se convierte en la misión de la Iglesia: ‘Como el Padre me envió, también yo os envío’ ( Jn 20, 21; cf. Mt 28, 19; Lc 24, 47-48; Hch 1, 8). V El Espíritu y la Iglesia en los últimos tiempos Pentecostés 731 El día de Pentecostés (al término de las siete semanas pascuales), la Pascua de Cristo se consuma con la efusión del Espíritu Santo que se manifiesta, da y comunica como Persona divina: desde su plenitud, Cristo, el Señor (cf.

Hch 2, 36), derrama profusamente el Espíritu.732 En este día se revela plenamente la Santísima Trinidad. Desde ese día el Reino anunciado por Cristo está abierto a todos los que creen en Él: en la humildad de la carne y en la fe, participan ya en la comunión de la Santísima Trinidad.

Con su venida, que no cesa, el Espíritu Santo hace entrar al mundo en los ‘últimos tiempos’, el tiempo de la Iglesia, el Reino ya heredado, pero todavía no consumado: «Hemos visto la verdadera Luz, hemos recibido el Espíritu celestial, hemos encontrado la verdadera fe: adoramos la Trinidad indivisible porque ella nos ha salvado» ( Oficio Bizantino de las Horas.

Oficio Vespertino del día de Pentecostés, Tropario 4) El Espíritu Santo, el don de Dios 733 ‘Dios es Amor’ ( 1 Jn 4, 8.16) y el Amor que es el primer don, contiene todos los demás. Este amor ‘Dios lo ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado’ ( Rm 5, 5).734 Puesto que hemos muerto, o, al menos, hemos sido heridos por el pecado, el primer efecto del don del Amor es la remisión de nuestros pecados.

La comunión con el Espíritu Santo ( 2 Co 13, 13) es la que, en la Iglesia, vuelve a dar a los bautizados la semejanza divina perdida por el pecado.735 Él nos da entonces las ‘arras’ o las ‘primicias’ de nuestra herencia (cf. Rm 8, 23; 2 Co 1, 21): la vida misma de la Santísima Trinidad que es amar ‘como él nos ha amado’ (cf.1 Jn 4, 11-12).

Este amor (la caridad que se menciona en 1 Co 13) es el principio de la vida nueva en Cristo, hecha posible porque hemos ‘recibido una fuerza, la del Espíritu Santo’ ( Hch 1, 8).736 Gracias a este poder del Espíritu Santo los hijos de Dios pueden dar fruto.

  • El que nos ha injertado en la Vid verdadera hará que demos ‘el fruto del Espíritu, que es caridad, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza'( Ga 5, 22-23).
  • El Espíritu es nuestra Vida’: cuanto más renunciamos a nosotros mismos (cf.
  • Mt 16, 24-26), más ‘obramos también según el Espíritu’ ( Ga 5, 25): «Por el Espíritu Santo se nos concede de nuevo la entrada en el paraíso, la posesión del reino de los cielos, la recuperación de la adopción de hijos: se nos da la confianza de invocar a Dios como Padre, la participación de la gracia de Cristo, el podernos llamar hijos de la luz, el compartir la gloria eterna (San Basilio Magno, Liber de Spiritu Sancto, 15, 36: PG 32, 132).

El Espíritu Santo y la Iglesia 737 La misión de Cristo y del Espíritu Santo se realiza en la Iglesia, Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu Santo. Esta misión conjunta asocia desde ahora a los fieles de Cristo en su comunión con el Padre en el Espíritu Santo: El Espíritu Santo prepara a los hombres, los previene por su gracia, para atraerlos hacia Cristo.

Les manifiesta al Señor resucitado, les recuerda su palabra y abre su mente para entender su Muerte y su Resurrección. Les hace present e el misterio de Cristo, sobre todo en la Eucaristía para reconciliarlos, para conducirlos a la comunión con Dios, para que den ‘mucho fruto’ ( Jn 15, 5.8.16).738 Así, la misión de la Iglesia no se añade a la de Cristo y del Espíritu Santo, sino que es su sacramento: con todo su ser y en todos sus miembros ha sido enviada para anunciar y dar testimonio, para actualizar y extender el Misterio de la Comunión de la Santísima Trinidad (esto será el objeto del próximo artículo): «Todos nosotros que hemos recibido el mismo y único espíritu, a saber, el Espíritu Santo, nos hemos fundido entre nosotros y con Dios.

Ya que por mucho que nosotros seamos numerosos separadamente y que Cristo haga que el Espíritu del Padre y suyo habite en cada uno de nosotros, este Espíritu único e indivisible lleva por sí mismo a la unidad a aquellos que son distintos entre sí y hace que todos aparezcan como una sola cosa en él,

Y de la misma manera que el poder de la santa humanidad de Cristo hace que todos aquellos en los que ella se encuentra formen un solo cuerpo, pienso que también de la misma manera el Espíritu de Dios que habita en todos, único e indivisible, los lleva a todos a la unidad espiritual» (San Cirilo de Alejandría, Commentarius in Iohannem, 11, 11: PG 74, 561).739 Puesto que el Espíritu Santo es la Unción de Cristo, es Cristo, Cabeza del Cuerpo, quien lo distribuye entre sus miembros para alimentarlos, sanarlos, organizarlos en sus funciones mutuas, vivificarlos, enviarlos a dar testimonio, asociarlos a su ofrenda al Padre y a su intercesión por el mundo entero.

Por medio de los sacramentos de la Iglesia, Cristo comunica su Espíritu, Santo y Santificador, a los miembros de su Cuerpo (esto será el objeto de la Segunda parte del Catecismo).740 Estas ‘maravillas de Dios’, ofrecidas a los creyentes en los Sacramentos de la Iglesia, producen sus frutos en la vida nueva, en Cristo, según el Espíritu (esto será el objeto de la Tercera parte del Catecismo).741 ‘El Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza.

  • Pues nosotros no sabemos pedir como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables’ ( Rm 8, 26).
  • El Espíritu Santo, artífice de las obras de Dios, es el Maestro de la oración (esto será el objeto de la Cuarta parte del Catecismo).
  • Resumen 742 ‘La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: Abbá, Padre’ ( Ga 4, 6).743 Desde el comienzo y hasta de la consumación de los tiempos, cuando Dios envía a su Hijo, envía siempre a su Espíritu: la misión de ambos es conjunta e inseparable.744 En la plenitud de los tiempos, el Espíritu Santo realiza en María todas las preparaciones para la venida de Cristo al Pueblo de Dios.

Mediante la acción del Espíritu Santo en ella, el Padre da al mundo el Emmanuel, ‘Dios con nosotros’ ( Mt 1, 23).745 El Hijo de Dios es consagrado Cristo (Mesías) mediante la unción del Espíritu Santo en su Encarnación (cf. Sal 2, 6-7).746 Por su Muerte y su Resurrección, Jesús es constituido Señor y Cristo en la gloria ( Hch 2, 36).

¿Cómo se representa el Espíritu Santo en la Iglesia?

Información adicional – Funciones del Espíritu Santo El Espíritu Santo trabaja en perfecta unión con el Padre Celestial y Jesucristo, y desempeña varias funciones para ayudarnos a vivir en rectitud y recibir las bendiciones del Evangelio. Él ‘da testimonio del Padre y del Hijo’ (2 Nefi 31:18) y revela y enseña ‘la verdad de todas las cosas’ (Moroni 10:5).

Podemos recibir un testimonio seguro del Padre Celestial y de Jesucristo sólo mediante el poder del Espíritu Santo. Su comunicación con nuestro espíritu es mucho más certera que cualquier comunicación que podamos recibir mediante nuestros sentidos naturales. A medida que nos esforcemos por seguir el sendero que lleva a la vida eterna, el Espíritu Santo nos guiará en nuestras decisiones y nos protegerá de los peligros físicos y espirituales.

Por medio de Él podemos recibir dones del Espíritu que nos beneficien a nosotros y a los que amamos y servimos (véase D. y C.46:9–11). Él es el Consolador (Juan 14:26). Así como la dulce voz de un padre amoroso es capaz de calmar el llanto de un niño, los susurros del Espíritu pueden aplacar nuestros miedos, acallar las constantes inquietudes de nuestra vida y consolarnos en la aflicción.

El Espíritu Santo nos puede llenar ‘de esperanza y de amor perfecto’ y [nos}enseña ‘las cosas apacibles del reino’ (Moroni 8:26; D. y C.36:2). Por medio de Su poder, somos santificados a medida que nos arrepentimos, recibimos las ordenanzas del bautismo y la confirmación, y nos mantenemos fieles a nuestros convenios (véase Mosíah 5:1–6; 3 Nefi 27:20; Moisés 6:64–68).

Es el Santo Espíritu de la Promesa (véase Efesios 1:13; D. y C.132:7, 18–19, 26). En tal función, Él confirma que las ordenanzas del sacerdocio que hemos recibido y los convenios que hemos concertado son aceptables para Dios. Esta aprobación depende de nuestra fidelidad continua.

El don del Espíritu Santo Todas las personas que buscan la verdad sinceramente pueden sentir la influencia del Espíritu Santo, guiándoles hacia Jesucristo y Su evangelio. No obstante, la plenitud de las bendiciones que se otorgan mediante el Espíritu Santo están disponibles sólo para quienes reciban el don del Espíritu Santo y se conserven dignos.

Después que una persona se bautiza en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, uno o más poseedores del Sacerdocio de Melquisedec colocan las manos sobre la cabeza de dicha persona y, en una ordenanza sagrada del sacerdocio, la confirman como miembro de la Iglesia.

Como parte de esta ordenanza llamada confirmación, a la persona se le otorga el don del Espíritu Santo. El don del Espíritu Santo es algo distinto de la influencia del Espíritu Santo. Antes del bautismo, toda persona puede sentir la influencia del Espíritu Santo de vez en cuando y recibir un testimonio de la verdad mediante tal influencia.

Después de recibir el don del Espíritu Santo, la persona tiene derecho a la compañía constante de dicho miembro de la Trinidad si es que guarda los mandamientos. Véase también Bautismo; Dones espirituales; Imposición de manos; Revelación; Trinidad —Véase Leales a la fe, 2004, págs.72–74 Ver más

¿Qué acciones realiza el Espíritu Santo al estar presente entre nosotros?

¿Cuáles son las funciones del Espíritu Santo? Ven, sígueme — Para el Sacerdocio Aarónico ¿Cuáles son las funciones del Espíritu Santo? El Espíritu Santo testifica de la verdad. Él es la fuente del testimonio y de la revelación personal. Puede guiarnos para tomar decisiones y nos protege del peligro físico y espiritual.

Se le conoce como el Consolador, y puede calmar nuestros temores y llenarnos de esperanza. Por medio de Su poder, somos santificados al arrepentirnos, recibir las ordenanzas salvadoras y guardar nuestros convenios. Para prestar servicio de forma eficaz como poseedores del sacerdocio, es esencial que escuchemos y sigamos las impresiones del Espíritu Santo.

¿Qué experiencias personales podría compartir con los jóvenes, las cuales les enseñarían sobre las funciones del Espíritu Santo? ¿Por qué es importante que los jóvenes aprendan a reconocer y seguir los susurros del Espíritu? ¿Cómo puede ayudarlos a ser dignos de Su compañía y a procurarla?

Al estudiar los pasajes de las Escrituras y otros recursos acerca del Espíritu Santo, procure obtener Su guía a fin de que sepa qué debe enseñar a los jóvenes sobre la importancia que el Espíritu Santo tiene en sus vidas. (El Consolador puede enseñarnos y recordarnos todas las cosas) ; ; (El Espíritu Santo da testimonio del Padre y del Hijo) (Pablo describe el fruto del Espíritu) (El Espíritu Santo nos mostrará las cosas que debemos hacer) (Recibir el Espíritu Santo nos santifica) (El Espíritu Santo nos llena de esperanza y amor) (El Espíritu Santo nos enseña la verdad)

See also:  Que Significa La Hoja En Blanco De La Biblia?

Gary E. Stevenson, ”, Liahona, mayo de 2017, págs.117–120. Henry B. Eyring, ”, Liahona, mayo de 2017, págs.15–18. Juan A. Uceda, ”, Liahona, noviembre de 2016, págs.30–32. Robert D. Hales, ”, Liahona, mayo de 2016, págs.105–107. Videos: ‘La voz del Espíritu’, ‘Territorio enemigo’ Enseñar a la manera del Salvador El Salvador contaba relatos, parábolas y ejemplos simples de la vida real con el fin de enseñar de manera tal que tuviera sentido para Sus discípulos.

¿Qué experiencias personales puede compartir con los jóvenes para ayudarlos a entender las funciones del Espíritu Santo y a que sientan el deseo de procurar tener experiencias de ese tipo y ser dignos de ello? Ver un ejemplo de la, Un miembro de la presidencia del cuórum (o un ayudante del obispo en el cuórum de presbíteros) dirige la reunión.

Él dirige a los demás jóvenes para que deliberen en consejo en cuanto a los asuntos del cuórum, les enseña sus deberes del sacerdocio (usando las Escrituras y el librito Mi Deber a Dios ), los alienta a compartir las experiencias que hayan tenido al cumplir con su deber a Dios e invita al asesor o a otro miembro del cuórum a enseñar una lección del Evangelio.

Conceda a los jóvenes un momento para que piensen en un concepto de la lección de la semana pasada y lo mencionen. Piense en la manera en que podría relacionar sus respuestas con la lección de hoy. Invite a los jóvenes a escribir acerca de un momento en que hayan sentido la influencia del Espíritu Santo. ¿Qué hicieron para recibir Su influencia? ¿Qué diferencia supuso el sentir Su influencia? Si es apropiado, pida a varios jóvenes que compartan sus experiencias.

Vea otras, Cada una de las actividades siguientes permitirá a los miembros del cuórum comprender las funciones del Espíritu Santo. Siguiendo la inspiración del Espíritu, seleccione una o más que resulten mejor para su cuórum:

Escriba las preguntas siguientes en la pizarra: ¿Por qué necesitamos el Espíritu Santo? ¿Cómo nos puede ayudar el Espíritu Santo? Invite a los jóvenes a examinar el discurso del élder Gary E. Stevenson ” o a mirar el video ‘La voz del Espíritu’, para buscar respuestas a las preguntas de la pizarra. Según sea apropiado, comparta experiencias que haya tenido de recibir inspiración del Espíritu Santo e invite a los jóvenes a compartir algunas experiencias que hayan tenido. También podrían compartir las cosas que harán para escuchar mejor y seguir las impresiones del Espíritu Santo. Busque algunas historias en los discursos de las conferencias generales más recientes que ilustren las diversas funciones del Espíritu Santo. Considere incluir la experiencia del presidente Henry B. Eyring con su hijo o con los santos austriacos en ” o la del élder Juan A. Uceda de cuando era misionero en Perú, en su discurso”. Invite a cada joven a leer una de las historias, a contarla al cuórum con sus propias palabras y a determinar la función del Espíritu Santo en ese relato. Anime a los jóvenes a compartir experiencias propias en las que el Espíritu Santo los haya ayudado. Invite a un miembro del cuórum a que enseñe una parte de la lección. Él podría hacerlo como parte de su plan de Mi deber a Dios de aprender y enseñar sobre el Espíritu Santo (véase ‘Comprende la doctrina’, págs., o ). Invite a los jóvenes a buscar los siguientes pasajes de las Escrituras, reconocer el papel del Espíritu Santo en cada uno de ellos y compartir cómo Su influencia puede bendecirlos: ; ; ; ;, Los jóvenes también podrían buscar partes del discurso del élder Robert D. Hales ” para aprender acerca de las funciones del Espíritu Santo. Invite a los jóvenes a enumerar etapas de su vida en las que necesitarán la influencia del Espíritu Santo. ¿En qué momentos será importante que el Espíritu Santo les muestre lo que deban hacer? ¿En qué momentos podrían necesitar los jóvenes sentir la influencia reconfortante del Espíritu Santo? Considere la idea de compartir una experiencia personal de cuando haya recibido la ayuda del Espíritu Santo. Muestre uno de los videos que se incluyen en esta reseña y pida a los jóvenes que escuchen lo que se enseña en ellos acerca de recibir guía por medio del Espíritu Santo. Pida a cada joven que comparta algo de lo que aprenda. Luego, escriba en la pizarra la siguiente declaración de la hermana Julie B. Beck en la pizarra: ‘La capacidad de reunir los requisitos para recibir revelación personal y actuar de acuerdo con ella es la aptitud más importante que se pueda lograr en la vida. Con ella, no podemos fracasar; sin ella, no podemos tener éxito’ (‘‘”, Liahona, mayo de 2010, pág.11). Invítelos a pensar en lo que dice la cita y a que escriban lo que piensen al respecto y sobre la importancia de vivir dignos de recibir el Espíritu y de seguirlo. Aliéntelos a reflexionar sobre lo que pueden hacer para procurar gozar más de la compañía del Espíritu Santo. Invite a los jóvenes a que busquen en el índice de temas del himnario, bajo ‘Espíritu Santo’, un himno que enseñe acerca de cómo puede ayudarnos el Espíritu Santo. Pídales que compartan frases de los himnos que eligieron. Considere la idea de que canten uno de los himnos en grupo.

Pida a los jóvenes que compartan lo que hayan encontrado. ¿Qué sentimientos o impresiones tienen? ¿Comprenden las funciones del Espíritu Santo? ¿Desean hacer otras preguntas? ¿Resultaría útil dedicarle más tiempo a este tema? Sugerencia para la enseñanza ‘Al prepararse para enseñar con espíritu de oración podría ser guiado a destacar ciertos principios, podría obtener un entendimiento de cómo presentar mejor determinadas ideas, y encontrar algunos ejemplos, lecciones prácticas e historias inspiradoras en las simples actividades de la vida.

También podría recibir la impresión de invitar a alguna persona particular para que le ayude a presentar la lección. Tal vez recuerde alguna experiencia personal que pueda compartir con la clase’ ( La enseñanza: El llamamiento más importante, 2000, pág.52). Vea otras, El joven que dirige concluye la reunión.

Él podría:

Según sea apropiado, contar una experiencia en la que haya sentido la influencia del Espíritu Santo en una de las formas que se explicaron en la reunión de cuórum. Invitar a los jóvenes del cuórum a mantenerse dignos y procurar la compañía del Espíritu Santo.

Actividades para los jóvenes que ayude a los jóvenes a aplicar lo que aprendieron en esta lección. : ¿Cuáles son las funciones del Espíritu Santo?

¿Cómo nace el Espíritu Santo?

Para él, la venida del Espíritu Santo se produjo el día de Pentecostés, cincuenta días después de Pascua. ¿Por qué? Por el sentido que esta fiesta tenía para los judíos. En tiempos de Jesús, Pentecostés era una fiesta muy especial, pues en ella se recordaba la llegada de los israelitas al monte Sinaí.

¿Qué son los gemidos indecibles del Espíritu Santo?

La palabra gemido significa: sonido esforzado con el que se expresa dolor, pena o placer, la Biblia dice que el intercede con gemidos indecibles, ósea cuando él está intercediendo por ti no solamente sabe que pedir, como pedirlo y cuando pedirlo, además el Espíritu Santo siente tu dolor, siente tu angustia, siente tu

¿Cómo actúa el Espíritu Santo en ti?

¿Cuáles son las funciones del Espíritu Santo? Ven, sígueme — Para el Sacerdocio Aarónico ¿Cuáles son las funciones del Espíritu Santo? El Espíritu Santo testifica de la verdad. Él es la fuente del testimonio y de la revelación personal. Puede guiarnos para tomar decisiones y nos protege del peligro físico y espiritual.

  • Se le conoce como el Consolador, y puede calmar nuestros temores y llenarnos de esperanza.
  • Por medio de Su poder, somos santificados al arrepentirnos, recibir las ordenanzas salvadoras y guardar nuestros convenios.
  • Para prestar servicio de forma eficaz como poseedores del sacerdocio, es esencial que escuchemos y sigamos las impresiones del Espíritu Santo.

¿Qué experiencias personales podría compartir con los jóvenes, las cuales les enseñarían sobre las funciones del Espíritu Santo? ¿Por qué es importante que los jóvenes aprendan a reconocer y seguir los susurros del Espíritu? ¿Cómo puede ayudarlos a ser dignos de Su compañía y a procurarla?

Al estudiar los pasajes de las Escrituras y otros recursos acerca del Espíritu Santo, procure obtener Su guía a fin de que sepa qué debe enseñar a los jóvenes sobre la importancia que el Espíritu Santo tiene en sus vidas. (El Consolador puede enseñarnos y recordarnos todas las cosas) ; ; (El Espíritu Santo da testimonio del Padre y del Hijo) (Pablo describe el fruto del Espíritu) (El Espíritu Santo nos mostrará las cosas que debemos hacer) (Recibir el Espíritu Santo nos santifica) (El Espíritu Santo nos llena de esperanza y amor) (El Espíritu Santo nos enseña la verdad)

Gary E. Stevenson, ”, Liahona, mayo de 2017, págs.117–120. Henry B. Eyring, ”, Liahona, mayo de 2017, págs.15–18. Juan A. Uceda, ”, Liahona, noviembre de 2016, págs.30–32. Robert D. Hales, ”, Liahona, mayo de 2016, págs.105–107. Videos: ‘La voz del Espíritu’, ‘Territorio enemigo’ Enseñar a la manera del Salvador El Salvador contaba relatos, parábolas y ejemplos simples de la vida real con el fin de enseñar de manera tal que tuviera sentido para Sus discípulos.

  • ¿Qué experiencias personales puede compartir con los jóvenes para ayudarlos a entender las funciones del Espíritu Santo y a que sientan el deseo de procurar tener experiencias de ese tipo y ser dignos de ello? Ver un ejemplo de la,
  • Un miembro de la presidencia del cuórum (o un ayudante del obispo en el cuórum de presbíteros) dirige la reunión.

Él dirige a los demás jóvenes para que deliberen en consejo en cuanto a los asuntos del cuórum, les enseña sus deberes del sacerdocio (usando las Escrituras y el librito Mi Deber a Dios ), los alienta a compartir las experiencias que hayan tenido al cumplir con su deber a Dios e invita al asesor o a otro miembro del cuórum a enseñar una lección del Evangelio.

Conceda a los jóvenes un momento para que piensen en un concepto de la lección de la semana pasada y lo mencionen. Piense en la manera en que podría relacionar sus respuestas con la lección de hoy. Invite a los jóvenes a escribir acerca de un momento en que hayan sentido la influencia del Espíritu Santo. ¿Qué hicieron para recibir Su influencia? ¿Qué diferencia supuso el sentir Su influencia? Si es apropiado, pida a varios jóvenes que compartan sus experiencias.

Vea otras, Cada una de las actividades siguientes permitirá a los miembros del cuórum comprender las funciones del Espíritu Santo. Siguiendo la inspiración del Espíritu, seleccione una o más que resulten mejor para su cuórum:

Escriba las preguntas siguientes en la pizarra: ¿Por qué necesitamos el Espíritu Santo? ¿Cómo nos puede ayudar el Espíritu Santo? Invite a los jóvenes a examinar el discurso del élder Gary E. Stevenson ” o a mirar el video ‘La voz del Espíritu’, para buscar respuestas a las preguntas de la pizarra. Según sea apropiado, comparta experiencias que haya tenido de recibir inspiración del Espíritu Santo e invite a los jóvenes a compartir algunas experiencias que hayan tenido. También podrían compartir las cosas que harán para escuchar mejor y seguir las impresiones del Espíritu Santo. Busque algunas historias en los discursos de las conferencias generales más recientes que ilustren las diversas funciones del Espíritu Santo. Considere incluir la experiencia del presidente Henry B. Eyring con su hijo o con los santos austriacos en ” o la del élder Juan A. Uceda de cuando era misionero en Perú, en su discurso”. Invite a cada joven a leer una de las historias, a contarla al cuórum con sus propias palabras y a determinar la función del Espíritu Santo en ese relato. Anime a los jóvenes a compartir experiencias propias en las que el Espíritu Santo los haya ayudado. Invite a un miembro del cuórum a que enseñe una parte de la lección. Él podría hacerlo como parte de su plan de Mi deber a Dios de aprender y enseñar sobre el Espíritu Santo (véase ‘Comprende la doctrina’, págs., o ). Invite a los jóvenes a buscar los siguientes pasajes de las Escrituras, reconocer el papel del Espíritu Santo en cada uno de ellos y compartir cómo Su influencia puede bendecirlos: ; ; ; ;, Los jóvenes también podrían buscar partes del discurso del élder Robert D. Hales ” para aprender acerca de las funciones del Espíritu Santo. Invite a los jóvenes a enumerar etapas de su vida en las que necesitarán la influencia del Espíritu Santo. ¿En qué momentos será importante que el Espíritu Santo les muestre lo que deban hacer? ¿En qué momentos podrían necesitar los jóvenes sentir la influencia reconfortante del Espíritu Santo? Considere la idea de compartir una experiencia personal de cuando haya recibido la ayuda del Espíritu Santo. Muestre uno de los videos que se incluyen en esta reseña y pida a los jóvenes que escuchen lo que se enseña en ellos acerca de recibir guía por medio del Espíritu Santo. Pida a cada joven que comparta algo de lo que aprenda. Luego, escriba en la pizarra la siguiente declaración de la hermana Julie B. Beck en la pizarra: ‘La capacidad de reunir los requisitos para recibir revelación personal y actuar de acuerdo con ella es la aptitud más importante que se pueda lograr en la vida. Con ella, no podemos fracasar; sin ella, no podemos tener éxito’ (‘‘”, Liahona, mayo de 2010, pág.11). Invítelos a pensar en lo que dice la cita y a que escriban lo que piensen al respecto y sobre la importancia de vivir dignos de recibir el Espíritu y de seguirlo. Aliéntelos a reflexionar sobre lo que pueden hacer para procurar gozar más de la compañía del Espíritu Santo. Invite a los jóvenes a que busquen en el índice de temas del himnario, bajo ‘Espíritu Santo’, un himno que enseñe acerca de cómo puede ayudarnos el Espíritu Santo. Pídales que compartan frases de los himnos que eligieron. Considere la idea de que canten uno de los himnos en grupo.

Pida a los jóvenes que compartan lo que hayan encontrado. ¿Qué sentimientos o impresiones tienen? ¿Comprenden las funciones del Espíritu Santo? ¿Desean hacer otras preguntas? ¿Resultaría útil dedicarle más tiempo a este tema? Sugerencia para la enseñanza ‘Al prepararse para enseñar con espíritu de oración podría ser guiado a destacar ciertos principios, podría obtener un entendimiento de cómo presentar mejor determinadas ideas, y encontrar algunos ejemplos, lecciones prácticas e historias inspiradoras en las simples actividades de la vida.

También podría recibir la impresión de invitar a alguna persona particular para que le ayude a presentar la lección. Tal vez recuerde alguna experiencia personal que pueda compartir con la clase’ ( La enseñanza: El llamamiento más importante, 2000, pág.52). Vea otras, El joven que dirige concluye la reunión.

Él podría:

Según sea apropiado, contar una experiencia en la que haya sentido la influencia del Espíritu Santo en una de las formas que se explicaron en la reunión de cuórum. Invitar a los jóvenes del cuórum a mantenerse dignos y procurar la compañía del Espíritu Santo.

Actividades para los jóvenes que ayude a los jóvenes a aplicar lo que aprendieron en esta lección. : ¿Cuáles son las funciones del Espíritu Santo?

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